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La crueldad de la gente practicada contra Jesús sigue en pie en la actualidad.

24/03/2024

Observamos en la pasión de Jesús según San Marcos que "los sumos sacerdotes y los escribas andaban buscando una manera de apresar a Jesús a traición y darle muerte", todo esto porque Jesús no le era de agrado y le molestaba la naturalidad en el servicio que desarrollaba para Dios su Padre.

Era una persecución salvaje, carente de cualquier tipo de misericordia en una vigilancia constante, hasta en el momento en que la mujer derrama perfume en sus pies "algunos comentaron indignados": "¿A qué viene este derroche de perfume? Podía haberse vendido por más de trescientos denarios para dárselos a los pobres". Les molestaba el derrame de un perfume que no le había costado nada y muestran interés de venderlo con supuesta intención de repartir el dinero a los pobres, ahora bien ¿Cuáles serían esos pobres? y ¿Cuáles necesidades iban a suplir?, nosotros conocemos la repuesta y los mismos evangelios nos declaran que la idea era robar el dinero para beneficios personales de lo no tan pobres. "Y criticaban a la mujer", por la sencilla razón de hacer lo que quisiera con su perfume y de usarle en favor del odiado, "Jesús".

"Judas Iscariote, uno de los Doce, se presentó a los sumos sacerdotes para entregarles a Jesús. Al oírlo, se alegraron y le prometieron dinero; y él andaba buscando una buena ocasión para entregarlo", uno de los suyos que comía junto a él en su mesa termina asociándose al grupo de los corrompidos por el diablo, por unas 30 monedas de plata inicia un plan desde dentro para entregarle a Jesús, mediante el espionaje y pasar información sensitiva.

Jesús no estuvo ajeno a toda la realidad que se ejecutaba, simplemente se abandona a la voluntad de Dios y es cuando expresa «Les aseguro que uno de ustedes me entregará, uno que come conmigo», conoce todo el sufrimiento que se avecina. Aunque ellos se entristecieron y comenzaron a preguntarle, uno tras otro, «¿Seré yo?».

Para dar cumplimiento a su calvario y permitir todas las torturas que un cuerpo ha recibido en lo físico y psicológico, cantó los Salmos con los que aún están con él y salieron hacia el monte de los Olivos para Jesús ponerse totalmente en las manos de Dios y no de los hombres.

Cuando llega el momento la turba encendida va en busca de Jesús, encabezada por Judas el traidor, el cual le había dado la seña de "aquel a quien voy a besar. Deténganlo y llévenlo bien custodiado.» Apenas llegó, se le acercó y le dijo: «Maestro.» Y lo besó. Los otros se abalanzaron sobre él y lo arrestaron. Sabemos que uno sacó la espada y le cortó la oreja a otro y se estaba desarrollado un momento que pudo resultar complicado para el grupo en cuestión y Jesús en ese momento de tanta adrenalina y confusión intervino para apaciguar los ánimos de derramar sangre diciendo, «como si fuera un bandido, han salido a arrestarme con espadas y palos. Todos los días estaba entre ustedes enseñando en el Templo y no me arrestaron, pero esto sucede para que se cumplan las Escrituras.»

"Entonces todos lo abandonaron y huyeron", Jesús queda sin amigos, ni discípulos, ni personas que le buscaran para pedir algún milagro o comida, todos entendían que había caído en desgracia; solamente queda la esperanza y confianza de Jesús puesta en su Padre Dios. Los sumos sacerdotes y todo el Sanedrín buscaban un testimonio contra Jesús, para poder condenarlo a muerte, pero no lo encontraban. Porque se presentaron muchos con falsas acusaciones contra él, pero sus testimonios no concordaban. Algunos declaraban falsamente contra Jesús, era tan feroz el deseo de crucificarlo que no tenían la capacidad de organizar su plan que era movido por el odio, la envidia y celos contra Jesús. El permanecía en silencio y no respondía nada, observando y meditando en la capacidad para concretizar los deseos malvados de sus retractores. 

En el abandono por parte de sus amigos y discípulos, nadie quería ser asociado a Jesús, ni que se pensara que había existido algún vínculo con Él en el pasado, tal es el caso del "gran Pedro", que le había prometido caer junto a Jesús y cuando le cuestionan de si era uno de los seguidores lo niega rotundamente, primero dice que no entiende de que se le habla y que no conoce a ese hombre y en la tercera ocasión se puso a maldecir y a jurar que no conocía a ese hombre del que estaban hablando, ¡waooo!, todo esto resulta impensable, todos le sacaron el "cuerpo", lo dejaron en la soledad total, los que siempre estuvieron a su lado y lo cuidaban.

Mientras que los maquiavélicos sumos sacerdotes, continuaban, fortalecieron todo el odio y persecución contra Jesús ya que multiplicaban las acusaciones en su contra. Pilato, que era la autoridad mayor en ese momento simplemente no tomó una decisión con carácter y personalidad definida, se dejó llevar por el parecer de la multitud y para contentarles, les puso en libertad a Barrabás; además de soltar al asesino, le regala un poco de diversión a la multitud con un espectáculo de denigrar la humanidad de Jesús por medio de azotes para finalmente entregarlo para que fuera crucificado.

Cuando se piensa que todo queda en los actos cometidos por voluntad de Pilatos, vemos que no, los que tenían que ejecutar la orden de crucificarlo también toman su espacio para diezmar la figura de Jesús, pues lo vistieron con un manto de púrpura, hicieron una corona de espinas y se la colocaron. Y comenzaron a saludarlo: «¡Salud, rey de los judíos! "Y le golpeaban la cabeza con una caña, le escupían y, doblando la rodilla, le rendían homenaje. Después del cansancio que les llegó de tanto haberse burlado de él, le quitaron el manto de púrpura y le pusieron de nuevo sus vestiduras. Luego lo hicieron salir para crucificarlo. Que tan despiadado puede ser el ser humano cuando se llena de odio y se confabula con otros por igual para acabar la vida de otro ser humano, esto nos habla de las capacidades de hacer daños y destruir cuando matamos a Dios para adoranos a nosotros mismos como dios.

Estando Jesús crucificado no encontró paz, ya que los que pasaban lo insultaban, movían la cabeza y decían: «¡Eh, tú, que destruyes el Templo y en tres días lo vuelves a edificar, sálvate a ti mismo y baja de la cruz!» De la misma manera, los sumos sacerdotes y los escribas se burlaban y decían entre sí: «¡Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo! Es el Mesías, el rey de Israel, ¡que baje ahora de la cruz, para que veamos y creamos!» También lo insultaban los que habían sido crucificados con él, lo llevaron hasta el nivel máximo de Jesús gritar. «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» Entonces Jesús, dando un gran grito, expiró.